Demasiado cansado para seguir
¿Recuerdas alguna ocasión de cansancio extremo?
Personalmente tengo un recuerdo muy vivo del cansancio de mi segundo parto. Como habrá hecho más de una en pleno parto natural, le dije a la matrona que no podía más, que me daba por vencida.
En el mundo antiguo existía un verbo que describía el desfallecimiento de una parturienta, y Pablo lo utilizó para expresar cansancio en Gálatas 6:9: «No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos».
Situar este versículo en el contexto del parto me anima en varios sentidos:
- Podemos perder perspectiva estando informados, comprometidos e ilusionados, incluso a punto de ver cosecha. Cuando la matrona me escuchó, no se echó las manos a la cabeza. ¿Por qué? Porque sabía que la desesperación era propia del cambio de fase. Así que en vez de recriminármelo, me animó comentándome lo poco que quedaba. ¡Nuestro hijo casi asomaba! Y en efecto, así fue.
- Dar fruto es un proceso vital, orgánico. No se produce mecánicamente, sin vida interior. Aunque cuidara el embarazo, una fuerza superior a mí había iniciado esa vida y seguía desarrollándola. En el parto sucedía lo mismo: ni los sanitarios ni yo ejercíamos un control absoluto. De manera similar, Gálatas habla de una experiencia vital al abrazar a Cristo; en esencia, el ser viene antes que el hacer.
- Necesitamos dar ánimo con conocimiento, como lo hace Pablo en clave de «matrona». En mi caso, se trataba de una matrona con experiencia y empatía que sabía cuándo animarme a descansar y cuándo motivarme a darlo todo. Así debemos entendernos y animarnos en el camino de la fe.
- Tenemos al mejor acompañante. Yo no conocía a la matrona, pero en la vida nos puede aportar fuerza alguien que conocemos y que lo ha dado todo: Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe. Hebreos nos anima a tener en nuestro punto de mira a «Aquel que perseveró frente a tanta oposición... para que os canséis ni perdáis el ánimo».
- La cosecha está garantizada. Un parto puede terminar en tragedia, pero «hacer el bien» siempre dará fruto «a su debido tiempo». ¿Y si no estamos viendo resultados? Imitemos a un misionero en Irán que dijo, «He servido durante 40 años y he visto muy poco fruto. No creo que ni siquiera haya plantado mucho, pero he quitado muchos escombros para que otra persona pueda construir». Veamos cosecha o no en vida, se aseguró en el pasado, se labra en el presente y se verá en el futuro. Dice Isaías 53:11, hablando de Jesús, que verá el fruto de su aflicción y quedará satisfecho. Aunque no vislumbremos el futuro, Él sí, y el resultado es satisfactorio.
Espero que Gálatas 6:9 te consuele. Jesús ha puesto todo de su parte para que juntos podamos derivar fuerzas, ánimo y perseverancia de Él. Aunque el proceso sea largo y doloroso como un parto, veremos cosecha, fruto de un Dios maravilloso y generoso.
Foto: Aditya Romansa / Unsplash
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