La lucha por el gozo como disciplina
Me ha sido de mucho ánimo en esta semana pasada The Life You Never Expected: Thriving While Parenting Special Needs Children («La vida que nunca esperaste: prosperar al criar niños con necesidades especiales») de Andrew y Rachel Wilson, padres de dos niños con autismo regresivo. Con honestidad, desde una perspectiva cristiana, describen el impacto sobre su vida familiar y espiritual, adentrándose en lo que ha significado para ellos lamentar, adorar, orar, esperar y tener esperanza en medio del sufrimiento.
Comparto algunos apuntes, en cursiva, de un capítulo por Andrew que me ha tocado especialmente, «Luchar por el gozo». Espero que os sean de ánimo durante el mes de agosto mientras pauso el blog.
«La primera gran y fundamental tarea a la que debo atender cada día es que mi alma esté feliz en el Señor» (George Müller, 1841).
Mi primera tarea cada mañana es conseguir estar feliz en Dios, porque mientras que no lo esté, no le sirvo de nada a nadie.
Necesito alegrarme en Dios cuanto antes. Dicho de otra manera, tengo que luchar por mi propio gozo.
¿Dónde? ¿Cómo?
El gozo viene de la Biblia... la Biblia es la fuente más grande, rica y profunda del combustible de gozo que existe... la leo en busca de alegría.
El gozo viene de otras personas. Si tienes discapacidades en el hogar, puede que tengas que pensar cuidadosamente en qué personas incrementan tu felicidad en Dios y localizarlas... personas que... incrementan tu gozo en quién es Dios y lo que ha hecho. Consigue tiempo con ellas.
El gozo viene de celebrar. El hecho de expresarte físicamente en alabanza a Dios — bailando, arrodillándote, dando palmas, gritando, cantando — fomenta el deleite en Dios.
El gozo viene de hablar de manera positiva. «¿Te has dado cuenta de que la mayoría de tu infelicidad en la vida se debe al hecho de escucharte a ti mismo en vez de hablarte a ti mismo?» (Martin Lloyd-Jones)
El gozo viene de los buenos hábitos... necesitas encontrar qué te ayuda a relacionarte con Dios y convertirlo en una disciplina. Yo me alegro en Dios de manera intelectual, así que intento encontrar tiempo con una Biblia, un cuaderno, una taza caliente de café y (si es posible) unas vistas. Hay un montón de recursos — libros, capítulos, vídeos de YouTube, canciones, páginas web — a los que voy a por ese «combustible de gozo de emergencia» cuando las cosas se ponen particularmente difíciles.
...hacernos esa pregunta — ¿qué me ayuda a alegrarme en Dios, y cómo lo puedo convertir en una parte normal de mi vida? — es muy importante.
Sea como sea, necesitamos luchar por nuestro gozo. Mi primera tarea cada mañana es alegrarme en Dios, porque hasta que no lo haga, no le sirvo de nada a nadie.
Foto: Hans Moerman / Unsplash
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