Dios de tu rutina, Dios de tu monotonía
La palabra rutina puede evocar sensaciones muy diferentes. Derivada de route, consiste en nuestras rutas de cada día, nuestro caminar. Para algunos, la rutina sugiere aburrimiento, asfixio, pavor. Para otros, consuelo, seguridad, dirección. Pero en el 2021, quizás también cierto desasosiego por una pandemia que ha conseguido romper la rutina de todos, forzándonos a desmontar, evaluar, redistribuir.
En un sublime poema bíblico, el Salmo 139, David contempla la implicación de un Dios real en los aspectos más rutinarios de su vida: «sabes cuándo me siento y cuándo me levanto».
Descubre que es conocido.
Descubre presencia.
Descubre diseño.
Descubre propósito.
Atónito, descubre que su rutina anónima forma parte de la de Dios, un Dios personal que vela por él en un vasto cosmos: «Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!»
Siglos después, un seguidor de Jesús, Pablo, plasmaría la misma realidad exclamando: «estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá separarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor». Cuesta creer que Pablo hubiera sido uno de los activistas más anti-cristianos de aquella época. ¿Cómo llegó a la misma conclusión que el rey hebreo de antaño?
Presencia en su caminar. Durante un viaje en el que buscaba todo lo contrario, Pablo experimentó la presencia dramática, repentina de Jesús resucitado. David en el Salmo 139, por otro lado, encuentra una presencia que amanece paulatina entre sus meditaciones y le envuelve por completo.
En nuestra rutina de cada día, es imposible saber si nos esperan horizontes interminablemente grises o el panorama más colorido de nuestra vida. Pero la esperanza que ofrece la fe cristiana es que, gracias al amor de un Dios personal y presente, nuestra rutina ya no es anónima. Para Él no hay monotonía. ¿Y si hoy buscáramos su presencia? Tal vez sea el momento de dar un nuevo rumbo a nuestra rutina, andando junto a un Dios que se implica en el camino.
Esta entrada apareció primero como post invitado en las redes sociales de Fundación Pontea.
Foto: Kinga Cichewicz / Unsplash
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