Brindemos por tiempos mejores

 «Muchos dicen: ¿Quién nos mostrará tiempos mejores?. Haz que tu rostro nos sonría, oh Señor».

— Salmo 4:6

Al cerrar el año, ¿buscas «tiempos mejores»? Tras un año complicado, nos consolamos con frases hechas y esperamos que la vida nos vuelva a sonreír. Bloqueando nuestro cinismo, aguardamos la lotería del universo.

Pero ¿realmente estamos solos deambulando por el frío universo esperando mejor suerte? David confía en un Dios personal que preside la Historia, al que le pide con franqueza, «haz que tu rostro nos sonría, oh Señor»

En otras versiones leemos, «alza sobre nosotros la luz de tu rostro», eco de una bendición milenaria que pide que Dios nos mire con buenos ojos, aportándonos su guía y presencia. En la antigüedad, el rostro «resplandeciente» de un rey mostraba favor.

Cuando piensas en Dios, ¿qué rostro ves? 

¿Uno pasivo? Tras poner todo en marcha, Dios se lava las manos, viendo con indiferencia qué tal nos las arreglamos.

¿Ocupado? Está tan metido en asuntos de peso que ni alcanzas a ver su cara. Siempre está de espaldas. ¿Qué son tus nimiedades para Él, cuando lidia con la suerte del universo?

¿Enfadado? Frunce el ceño, disgustado con nuestras malas decisiones y nuestro mundo que se va a pique. ¿No habla la Biblia de su ira y justicia?

¿Cómo experimentar el favor de Dios? No sabemos cómo es el rostro de Dios, pero sí sabemos que a Moisés le brilló la cara cuando se encontró con Él. ¿Podemos disfrutar de esa misma presencia, o hay que ser excepcional como Moisés?

Dice la Biblia que Dios «hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo». Si nos rendimos a Cristo como Salvador de nuestro corazón rebelde y roto, la luz de su rostro brilla sobre nosotros. Podemos disfrutar de esa luz sin que nos fulmine porque el rostro de la ira y la justicia perfecta ya lo ha experimentado Jesús por nosotros en la cruz.

Si hemos abrazado a Jesús, Dios se deleita en nosotros, sus hijitos amados, y busca nuestro bien; se le ilumina la cara cuando nos ve. ¡Es Papá! Si queremos conocer su rostro, miremos a Jesús y lo que atravesó para que pudiéramos ser parte de su familia. Si recordamos el precio, entenderemos por qué le brillan los ojos cuando nos ve.

De pequeño uno de nuestros hijos paseaba por la calle sonriendo hacia las nubes.

—¿Estás muy contento? —le pregunté.

—Sí, pero Mamá, te quiero contar un secreto —me contestó—. Le estoy sonriendo a Dios. Es que me hace muy feliz en el corazón.

Esta Nochevieja, brindemos por éxito, salud y tiempos mejores, pero no como cosa del azar. Levantemos la mirada hacia Dios. Brindemos con su luz latiendo en nosotros, con la sonrisa de Dios grabada a fuego en nuestro corazón. Busquemos su compañía. No hay mejor búsqueda: pase lo que pase en el 2022, solo Él puede hacernos muy felices en el corazón. Feliz Año Nuevo.


Foto: Ian Schneider / Unsplash

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