Propósito de vida: ¿qué te motiva a levantarte por la mañana?
¿Qué te motiva a levantarte cada mañana? Dependiendo de la etapa, lo podemos tener más o menos claro. Es nuestro propósito de vida: nuestro para qué, nuestra misión y combustible.
En 2016 Héctor García y Francesc Miralles popularizaron ikigai, un concepto japonés que significa "la razón de ser" o "el sentido de la vida", la convergencia de 4 factores:
1. pasión: ¿qué es lo que te encanta hacer?
2. talentos: ¿qué se te da bien?
3. demanda: ¿qué necesita el mundo?
4. sueldo: ¿es algo por lo que se te pueda pagar?
Pero ¿es posible reunirlos, y aún así sentir que falta algo?
En la fe cristiana, encontramos otro punto de partida, una razón de ser que no nace de nosotros, sino del dador de la vida que nos brinda su amistad. Desde las primeras páginas de la Biblia, Dios viste de propósito al ser humano: el amor. Amar a Dios, amar a los demás, y amar su creación. Nos regala un mundo necesitado de nuestra pasión y talentos. Es nuestro primer consuelo: nuestro propósito de vida no es ajeno al corazón de Dios. No vagamos solos sin misión.
Cuando el ser humano rompe con Dios, sin embargo, su propósito entra en tierra de nadie. ¿Definirá el suyo propio? ¿Volverá al Dios que lo sostiene? ¿Y hará Él algo para que pueda volver?
Una generación sucede a la otra, buscando su razón de vivir en cualquier sitio que no sea con Él. Aún así en la Biblia descubrimos a un Dios que no se rinde, que sale a su encuentro, y a personas que responden: "El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!" (Salmo 138:8)
En la fe cristiana descubrimos que además de nuestros limitados propósitos, hay un propósito que nace del amor eterno, un amor tan auténtico que sufre el desamparo, como vemos en Jesús, con tal de no abandonarnos. Ese gran propósito de vida no es solo para el que tiene el lujo de manejar su ikigai, sino para toda persona en todo lugar, luche por subsistir, haya visto sus sueños truncados o clame desde la injusticia.
Hoy, hayas encontrado tu razón de ser o no, el gran amor de Dios perdura. No abandona la obra de sus manos, y te espera para cumplir en ti su propósito.
Esta entrada apareció primero como post invitado en las redes sociales de Fundación Pontea.
Foto: Tarun Savvy / Unsplash
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