¿Cómo trae libertad a nuestras vidas el evangelio?

«El problema era que algunos falsos hermanos se habían infiltrado entre nosotros para coartar la libertad que tenemos en Cristo Jesús a fin de esclavizarnos».

— Gálatas 2:4

El evangelio es la mejor noticia del mundo. Un viento nuevo y fresco sopla en nuestra cara, las cadenas que nos ataban se desintegran, y por fin podemos correr libres — quizás a ratos gritando, llorando o riendo — por los caminos para los que fuimos hechos. 

Pero hubo un momento en el que esa libertad pendió de un hilo, cuando se puso en entredicho que el evangelio pudiera aplicarse a... ti. A ti, miembro de cualquier cultura en cualquier tiempo. Al apóstol Pablo se le acusaba de un evangelio fácil/barato/descafeinado porque no imponía aros ceremoniales/culturales/externos.

¿Su respuesta? «Ni por un momento accedimos a someternos a ellos, pues queríamos que se preservara entre nosotros la integridad del evangelio» (2:5). Su integridad era la gracia, y en la gracia somos libres.

¿Cómo trae libertad a nuestras vidas el evangelio? En su libro Gálatas para ti, Timothy Keller resalta:

1. El evangelio nos aporta libertad cultural.

Si tu enfoque es «ganarte el cielo» o ganarte el favor de Dios, necesitas reglas muy concretas como «no beber», «no fumar», «no bailar», «no comer esto o aquello», etc. (Una salvación que depende del cumplimiento de reglas se escandaliza ante baremos inalcanzables como «ama a tu prójimo como a ti mismo» con sus implicaciones interminables.) Pero estas normas tienen más que ver con la vida cotidiana cultural que con una transformación del ser. En Gálatas vemos que, si los falsos maestros hubieran tenido éxito en imponer sus normas ceremoniales, un italiano, por ejemplo, no hubiera podido abrazar la fe cristiana sin abrazar la cultura judía. El resultado, dice Keller, serían guetos culturales en todas las ciudades a las que llegara el evangelio, guetos que enfatizaran la separación cultural externa por encima de los distintivos internos espirituales que afectan nuestra vida entera: «Elevar el decoro cultural al nivel de la virtud espiritual lleva a los cristianos a un énfasis esclavizante de ser culturalmente "agradables" o "correctos", y también a promover actitudes intolerantes y prejuiciadas».

2. El evangelio nos trae libertad emocional.

Si creemos que nuestra relación con Dios depende de nuestro comportamiento, seguiremos atrapados en un ciclo sin fin de inseguridad y culpa. Cuando seguimos a Jesús, no es que seamos libres de la ley moral como forma de vida, sino que somos libres de ella como sistema de salvación. La obediencia, entonces, no surge del temor y de la inseguridad sino de la libertad y seguridad de saber que Jesús nos ha rescatado. ¡Es la libertad de la gracia! Por ejemplo, se obedecen los diez mandamientos por razones y motivos diferentes: gratitud en vez de esclavitud.

«Así que, si el Hijo os libera, seréis verdaderamente libres». — Jesús

Foto: Camila Cordeiro / Unsplash

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