¿Cómo "vestirnos" de Cristo?

Estamos en tiempo de carnaval, y pensando en disfraces, es un momento ideal para considerar la metáfora bíblica de vestirse, una de las que más repite el apóstol Pablo a lo largo de sus cartas: «vistámonos con las armas de la luz», «poneros el ropaje de la nueva naturaleza», «revestíos de afecto entrañable...» y «todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo».

Me conmueven y retan estos cuatro puntos sobre la metáfora (adaptados de Timothy Keller en Gálatas para ti):

1. Cuando te vistes de Cristo, Él es tu identidad principal. Nuestra ropa es una especie de uniforme, definiendo lo que hacemos, quiénes somos, con qué o quién nos identificamos (género, nacionalidad, estrato social, etc.). Decir que Jesucristo es nuestra ropa es decir que nuestra identidad definitiva no se encuentra en ninguna categoría, sino en Él.

2. Cuando te vistes de Cristo, Él está más cerca que nunca. De todo lo que posees, lo que más cerca tienes y mantienes es la ropa. Tu ropa te cubre, protege, acompaña a todos lados. Revestirse de Jesús es un llamado a depender de Él en todo momento, a ser «conscientes de Cristo de manera vivencial», a «practicar su presencia». 

3. Cuando te vistes de Cristo, lo imitas. «Nos ponemos» sus virtudes y acciones, casi como «disfrazarse de». Pero más que una simulación, es la consecuencia de una realidad espiritual. Significa que incluimos a Jesús en todas y cada una de las áreas de nuestra vida, y las cambiamos de acuerdo con su voluntad y la guía de su Espíritu Santo. Pensamos y actuamos como si lo tuviéramos delante.

4. Cuando te vistes de Cristo, has sido aceptado. La ropa nos adorna, cubre nuestra desnudez. Desde que le dimos la espalda, y tras nuestros intentos fallidos de tapar nuestra culpa y vergüenza, Dios ha provisto ropa para cubrirnos. Decir que Jesús es nuestra ropa es decir que, a los ojos de Dios, somos amados por lo que Jesús ha hecho a favor nuestro, por su rescate que hemos asumido y abrazado. Cuando Dios nos mira, nos ve como sus hijos porque ve a su Hijo. Me encanta Efesios 1:6, «nos hizo aceptos en el Amado». Tenemos algo mejor que las mejores marcas que ponernos todos los días: la belleza, justicia y perfección de Jesús.

Keller señala algo muy grande y es que un cristiano nunca va a necesitar mayor compromiso con las leyes de Dios para recibir o mantener esos niveles de aceptación con Dios. Estar revestido de Cristo es la metáfora de una vida completamente nueva: va mucho más allá de trabajar más, cumplir normas, etc. Desde una posición de aceptación plena, es estar enamorado de Él, lleno de Él, inundado de Él. Pensamos en Él constantemente, y su Espíritu y su carácter infunden y permean todo lo que pensamos, decimos y hacemos. 

Revestidos.

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