Dios no quiere que finjamos buen rollo

Cuántas veces hemos sufrido pérdidas, y cuántas veces hemos intentado ignorar nuestra ira, dolor, conmoción o temor. Sentimientos incómodos, difíciles. Si somos seguidores de Jesús, nos podemos llegar a plantear si son poco espirituales. ¿Somos pésimos cristianos si nos sentimos así? Mejor no compartir estas emociones con nadie, ni con Dios, nos decimos. 

Nos olvidamos de los salmos de lamento. De las lágrimas en Getsemaní. Empujamos muy al fondo del armario todas esas emociones «desordenadas» para posicionarnos prematuramente sobre textos de victoria. 

Hace poco volví a encontrarme con unos apuntes de un plan de lectura de YouVersion, y los comparto aquí por si hoy te son de consuelo y ánimo:

Siempre que experimentes una pérdida, te enfrentarás a cuatro emociones:

Ira: ¿Por qué me ha pasado esto a mí?

Dolor: ¿Qué he perdido?

Conmoción: ¿Qué es lo que está ocurriendo?

Temor: ¿Qué va a ocurrir ahora?

Cuando sufres un revés, necesitas expresar cada una de esas emociones. Dios las puede soportar porque te las ha dado Él.

Las emociones solo las tienes porque has sido hecho a imagen de Dios. Es lo que hace que los humanos sean únicos en la creación de Dios. Dios puede lidiar con tu ira, tu dolor, tu conmoción y tu temor. 

Job fue brutalmente honesto con Dios, y tú también puedes serlo. Job dijo: «No puedo evitar hablar; debo expresar mi angustia. Mi alma llena de amargura debe quejarse» (Job 7:11 NTV).

La forma correcta de responder ante un revés no es fingir «buen rollo», una reacción positiva... Dios nunca quiere que finjas una emoción.

— Rick Warren

Dos apuntes finales (de los muchos que se podrían comentar):

  • Es interesante hacer un recorrido por los Evangelios, las biografías de Jesús, y subrayar la profundidad y variedad de las emociones de Dios hecho hombre. Quizás nos ayude a profundizar en nuestra relación con las emociones. Y con Él. Espero que sí.

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